Casi simultáneamente a las experiencias de Niépce y Daguerre tienen lugar los trabajos de William Henry Fox Talbot (1800-1877) matemático y filólogo a quien muchos atribuyen realmente la paternidad de la fotografía. En 1833 hace croquis con la cámara oscura e imagina la posibilidad de que las imágenes naturales se impriman por sí mismas sobre el papel. Desde 1844 fija pequeñas fotografías de cuatro cm2 en diminutas cámaras oscuras de 6 cm2 de superficie; para ello prepara los papeles mojándolos en una solución de sal, los seca a continuación, los mete en una solución de nitrato de plata, y lava finalmente las imágenes con agua salada y yoduro de potasio. Talbot tiene noticia del daguerrotipo por la decadencia de Aragó y dispuesto a dejar bien clara la antigüedad de su descubrimiento, envía copia de sus trabajos al Royal Institute: flores, hojas, copias de grabados por contacto, imágenes de su casa, con las primeras fotografías sobre papel. El 31 de enero de 1839 anuncia el descubrimiento del negativo, ya que la primera imagen invertida “podrá ser también empleada como objeto para copiar y, con la segunda operación, sombras y luces se volverán a colocar en su disposición habitual”. Desde el punto de vista de los resultados inmediatos los trabajos de Talbot son menos brillantes que los de Daguerre, pero el descubrimiento del negativo permite repetir la misma imagen cuantas veces se desee y la utilización del papel hace más baratos los costes de reproducción, además de que técnicamente reduce el tiempo de exposición.
Hacia 1852 el calotipo es tan usado y copiado sin pagar derechos que Talbot, cansado de pleitear contra los que usaban su invento fraudulentamente, autorizó a los aficionados a usar el calotipo sin pagar derechos.